En sueños...La tribu que nació de una estrella fugaz y de un cordón rocoso...

Había una vez una tribu que debía su origen al enamoramiento súbito de una estrella fugaz, la primera de todos los tiempos. Para ella era imposible perpetuar su luz en el firmamento, en cambio, se sintió atraída por un enorme cordón rocoso con quién decidió unir su destino. Ambos se vieron favorecidos por el encuentro y de ellos surgió una tribu y un desprendimiento de pequeñas rocas con propiedades milagrosas. 
 La tribu en cuestión habitó el valle. La fugacidad de la unión que les había dado vida provocó en el grupo grandes penas y dolores. No lograban permanecer en ningún sitio. Sólo las habitaba el alivio luego de una sostenida práctica de la meditación. 
Anduvieron y anduvieron hasta que se toparon con una piedra que tenía propiedades curativas ya que era un desprendimiento de aquel encuentro del cordón rocoso enamorado de la estrella fugaz. Entre los chamanes -algunos ancianos de la tribu - comenzó a tomar cuerpo la versión de que una estrella fugaz proviene del espacio y su aparición convoca las personas, que son testigos de ese fenómeno, a pedir sus deseos más serios y profundos. Esa piedra  - agregaban - tenía la propiedad, si se seguían rigurosamente los pasos de la meditación, de cumplir esos deseos en clave. Aquél que estuviese meditando, la recibiría en forma de dones y la transmitiría a las generaciones futuras. Y estos dones transmitidos de generación en generación, por otra parte, deberían quedar para siempre impresos de tal manera que no perdieran su potencia creativa. El nuevo usuario debería agregar una o dos palabras - como máximo - a la fórmula de meditación qué debería seguir comunicándose para no perder su función.
Cierta vez una mujer de la tribu luego de interminables meditaciones recibió en sus sueños un mensaje indescifrable que - valga la redundancia - le quitó el sueño por una serie de noches, ya que no llegaba a comprender su sentido.  El sueño era oscuro y las imágenes hablaban de que una mujer debía descender a un subsuelo. Su niño audaz y despreocupado sufría la pérdida de su cabeza al caer. Otro sueño hablaba de un hombre que no reparaba en la vulnerabilidad y en la inocencia del niñito y lo golpeaba sin piedad. La mujer, temerosa,  no podía dejar de pensar en sus sueños; la alarmaban en su vigilia. Decidió entonces acudir al chamán de la tribu - el más soñador de todos los ancianos - para que él la ayudará a comprender el misterioso mensaje que encerraban sus sueños. De ese encuentro, nació un tercer sueño. Vio la imagen de un hombre moribundo que sentía que no había nada más que aprender de este mundo.
El chamán se sentó cerca del fuego encendido en el centro de su choza. Se concentró en las volutas de humo que ascendían. Formas distintas iban narrando una historia que comenzaba así: "Había una vez una joven que de niña había sufrido una enorme pena y desde entonces había perdido el don de la risa y la alegría. Esto sucede a los niños que son separados de la inocencia propia de la niñez y que, en consecuencia, se convierten en seres malhumorados y nerviosos." ... La historia se interrumpió y el sueño mostró una cuerda de la cual era posible sujetar al niño para que no cayera. "Vuelve al sueño - le dijo - y toma esa cuerda y no vuelvas a soltar a tu niño nunca jamás. Y, en cuanto a los otros dos sueños, agregó, el hombre que te habita aún tiene mucho que aprender. En principio, ayúdalo a encontrar en sí mismo modos amables y persuasivos. El hombre moribundo del tercer sueño es aquel que acalló violentamente a su niño. Su rudeza lo ha convertido en un viejo sin remedio. Su dureza lo colocó a las puertas de la muerte. Es su oportunidad renacer otro distinto amante y amable para que no vuelva a morir en el la ternura y la inocencia de su niño que como un sol cálido ayuda renacer las mejores cualidades de lo humano." Así dijo. Después, él mismo se sumió en el silencio de su sueño, lo que dio por terminada la reunión.
La mujer salió del recinto prometiéndose nunca más profanar la divinidad de su niño. Al salir agradeció con un gesto al chamán, aunque él no la miraba ya. Fuera de la choza se cruzó con otros de su tribu. El chamán, mientras tanto, soñaba a la mujer nutricia, la soñó. Ella lo supo. Se sintió otra. En ese encuentro había recibido un don. Lo iba a compartir con su gente,  de modo tal que pudiese devolver algo de lo mucho que había recibido.

Ilustración: https://www.peakpx.com/es/hd-wallpaper-desktop-vlasi

Entradas populares