El duelo

Durante la noche, las escenas preparatorias no me dejaban dormir. Veía la alianza muda de los que quedan sin queja, envueltos en un cansancio que los hace parecer egoístas a sus ojos. Mi madre llamó. Su voz estrangulada en la angustia: Dejó de sufrir. Y las palabras no dan crédito al hecho. Mi madre sufre y su compasión la sume en una compleja trama de imágenes que le devuelven a su ser querido con vida. Y esa fatal certeza de que la historia podría haberse escrito de otro modo. La ahuyenta con un gesto. Y ese manoteo desesperado es un espantapájaros que protege el campo de intrusos que roben su semilla. Mi madre teme a la sombra y su voz llena el espacio de palabras que luego no recordará.

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